A más de dos años, la Secretaría de Salud reporta 16 millones 170 mil 788 de personas analizadas, con un total de 5 millones 825 mil 532 casos confirmados en México, lo que representa una tasa de incidencia acumulada de 4 mil 477; es decir, de febrero de 2020 a mayo de 2022, por cada 100 mil habitantes, 4 mil 477 se han contagiado de Covid-19.
La distribución por género de los casos confirmados muestra una mayoría del sexo femenino (52%), con una media de edad de 38 años. Ciudad de México, Estado de México, Nuevo León, Guanajuato y Jalisco, son las entidades que acumulan el mayor número de casos (65%). Se estima que se han recuperado 5 millones 092 mil 901 pacientes y se han registrado 325 mil 205 defunciones, representando una tasa de mortalidad acumulada de 249.
Dicho de otra manera, de febrero de 2020 a mayo de 2022 por cada 100 mil habitantes, 249 fallecieron por Covid-19. La distribución por género de las defunciones confirmadas muestra una mayoría del sexo masculino (62%). La media de edad en los decesos es de 64 años. Estas cifras fueron también un reflejo del comportamiento individual y colectivo de la población en las temporadas festivas, tras las cuales se observó mayor impacto de la enfermedad.
A la fecha, la atención a la emergencia sanitaria sigue sin dar tregua. Por ello, el gobierno continúa impulsando medidas de prevención y mitigación de contagios, llamando a la población a formar parte activa de la respuesta para combatir el virus, mediante el uso de cubrebocas sobre todo en lugares cerrados, privilegiando la sana distancia y participando en las campañas de vacunación.
Las lecciones aprendidas fueron muchas y seguimos aprendiendo cada día de esta enfermedad. Sin duda, la Covid-19 nos recordó que:
- La Vigilancia Epidemiológica es responsabilidad de todo el personal de salud, independientemente de su categoría y turno, y no solo del servicio de Epidemiología.
- Es indispensable fortalecer el Comité para la Detección y Control de Infecciones Nosocomiales (CODECIN), órgano que coordina las actividades de detección, investigación, registro, notificación y análisis de información, además de la capacitación para la detección, manejo y control de las IAAS, ya que en la mayoría de las unidades médicas no es funcional. Para ello, se requiere la participación de todos los integrantes, tanto del área médica como administrativa. El liderazgo y trabajo en equipo del director y su cuerpo de gobierno son elementos clave.
- Ante la sospecha de un brote hospitalario es preferible realizar la notificación inmediata a las autoridades correspondientes e iniciar las acciones de contención, en lugar de esperar los resultados de laboratorio. Si posteriormente se confirma o descarta el brote, se podrán redirigir las actividades, pero en primera instancia habremos garantizado la atención segura y con calidad de los pacientes.
- A pesar de su etiología viral, un alto porcentaje de pacientes fueron manejados con antimicrobianos desde su ingreso al hospital, incrementándose el riesgo de desarrollar resistencia; en otras palabras, que los gérmenes dejan de responder a los medicamentos y estos se vuelvan ineficaces, dificultando el tratamiento de las infecciones.
- Sin bien se organizaron cohortes de 24 camas, aisladas y con precauciones por vía aérea, y aunque el personal de salud utilizaba de manera correcta el EPP, al identificarse pacientes con infecciones sobre agregadas no se implementaban medidas de precaución “extra”, especialmente en aquellas que se transmiten por contacto.
- El uso de guantes o el doble guante no exime de realizar higiene de manos. Dentro de las áreas Covid-19 se identificó un exceso de confianza por el personal de salud y un bajo porcentaje de cumplimiento a higiene de manos, a pesar de contar con insumos suficientes, lo que propició la propagación de infecciones.
- La limpieza y desinfección de las instalaciones no se encuentra aún estandarizada, por ello, la contingencia resultó el pretexto perfecto para que se ofrecieran productos “novedosos” y técnicas de desinfección “con alta eficiencia, capaz de erradicar cualquier cantidad de microorganismos”; no obstante, el desinfectante más efectivo y barato es el cloro, pero debemos garantizar la limpieza previa de las áreas, asegurar su transporte en envases opacos, realizar la dilución y técnica correcta.
En conclusión, los procesos que considerábamos “dominados”, “de rutina”, “del día a día” para la prevención y control de IAAS, en algún momento de la pandemia presentaron áreas de oportunidad. Se identificaron fallas, se dejaron de hacer algunas cosas, lo que se tradujo en infecciones sobre agregadas a pacientes de por si graves, contagios entre el personal de salud y, en fin, las cifras de vidas humanas perdidas ya las conocemos.
Todas estas lecciones, la experiencia obtenida y el aprendizaje acumulado deben preservarse en las instituciones de salud con la finalidad de lograr mayor crecimiento y enfrentar con bases sólidas y de manera óptima cualquier otra emergencia sanitaria.
Escrito por: Dra. Cinthia Zucet García Márquez
Tomado de la revista “Horizontes del Conocimiento” No. 149
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