Un reservorio es un dispositivo para la administración de tratamiento de quimioterapia a través de un catéter que se introduce en una vena de amplio calibre, normalmente en el tórax. Suelen ser de dos tipos: aquellos que van directos a una vena grande central del tórax, normalmente en la vena cava superior, llamados reservorios venosos centrales ─el más conocido es el port-a-cath─; o bien aquellos que se colocan en la parte superior de los brazos y a través de venas periféricas grandes, y permiten conducir un catéter hasta alcanzar la zona de la vena cava superior. Estos son los reservorios venosos centrales a través de acceso periférico, comúnmente llamados PICC.

¿Por qué usarlos?

Pero, ¿cuáles son sus beneficios? ¿Y por qué no todos los pacientes llevan un reservorio para recibir el tratamiento? Estos dispositivos permiten evitar los efectos secundarios que se derivan de la administración de quimioterapia por vías venosas periféricas, donde existe riesgo de que se pueda romper la vena y, con ello, extravasarse el producto de quimioterapia. Esto provocaría lesiones graves en el tejido circundante al punto de punción. Esta es una de las ventajas más importantes. La segunda es que, al ser un dispositivo fijo, no se necesita estar buscando punto de punción en cada ocasión, porque siempre se pincha con seguridad en el mismo sitio. Y la tercera ventaja es que nos permite hacer extracciones a través de este dispositivo, lo cual facilita mucho el que, de una manera rápida, sencilla y mucho menos cruenta, podamos hacer un análisis de sangre.

¿Por qué no es apto en todos los casos?

Estos dispositivos suelen recomendarse a aquellos pacientes que recibirán cuatro o más ciclos de quimioterapia. Además, es necesario que el hospital cuente con un servicio de radiología intervencionista o de cirugía vascular que permita su colocación de manera rápida para evitar que se retrase el inicio de la terapia. También es necesario que el hospital cuente con personal de enfermería que tenga experiencia en su uso, tanto para la extracción de sangre como para la administración de quimioterapia y para el mantenimiento y la limpieza del reservorio.

Implantación y cuidados del reservorio

La implantación de estos dispositivos es muy sencilla y solo requiere anestesia local. Deben colocarse por debajo de la piel y generalmente no es necesario ingreso hospitalario.

El reservorio no necesita muchos cuidados, pero deberás asegurarte de que está limpio y de que acudes regularmente al hospital para que el personal de enfermería lo revise. En el catéter pueden quedar rastros de sangre que obstruyan el dispositivo y dificulten la infusión del tratamiento y/o la extracción de sangre y que puedan provocar también una infección. Para evitarlo, el personal de enfermería lo limpiará con heparina y se asegurará de que sea permeable. La complicación más habitual es la infección del catéter, que puede ocurrir también a nivel de la piel que lo cubre y que puede llegar a requerir retirarlo. En algunas ocasiones se puede producir la apertura de la piel que se encuentra por encima del reservorio, quedando expuesto el mismo. En estos casos, deberá ser retirado para permitir la correcta cicatrización de la piel abierta.

¿Durante cuánto tiempo se usa el reservorio?

El objetivo principal es que lo lleves durante todo el tratamiento con quimioterapia, por lo tanto el tiempo es variable. Puede estar implantado desde unos meses hasta varios años. De hecho, es habitual que tras finalizar el tratamiento no te retiren el reservorio para evitar tener que implantarlo de nuevo en caso de recaída. 

 

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