Cuando decimos que estamos dejando una huella pesada o ligera… no, no estamos hablando de masa o peso corporal, ni tampoco de temperamentos pesados, o del arte de la levedad, como el de aquella bailarina cuyo epitafio (quizá escrito por Antonio Gades) decía: “Que la tierra sea tan leve sobre ti como tú lo fuiste sobre ella”. 

O de aquella otra bailarina de flamenco de quien el poeta dijo: “Podría bailar en un tablado de agua / sin que su pie la turbase, / sin que lastimara el agua”. 

Se trata de algo mucho más grande, pues nos atañe absolutamente a todos: cuánto contaminamos el planeta por el solo hecho de vivir en una sociedad como la nuestra, que se procura energía y satisfactores quemando cantidades inimaginables de hidrocarburos, causantes principales del calentamiento global, quizá la más seria amenaza para la vida en el planeta (junto con las bombas nucleares y las guerras con armas de destrucción masiva, por supuesto). 

Estudios científicos afirman que el fenómeno conocido como calentamiento global comenzó hace 180 años: “Las investigaciones muestran que el calentamiento de la Tierra guarda relación desde el principio con el aumento de la concentración de gases de efecto invernadero consecuencia de la revolución industrial”. 

En concreto, el primer científico que habló específicamente sobre el calentamiento global fue el premio Nobel de Química 1903, el sueco Svante August Arrhenius. Su estudio que relaciona el dióxido de carbono (CO2) con la temperatura del suelo data de 1896. 

En aquel momento nadie pareció darle importancia al asunto. El mundo aún avanzaba, digamos, lentamente, y la población mundial era apenas de 1,600 millones de habitantes. Pero llegó el día en que la ciencia se comenzó a preocupar en serio por la elevación de las temperaturas planetarias y sus posibles repercusiones. En 1970, el senador estadounidense Gaylord A. Nelson encabezó una enorme manifestación exigiendo “derechos medioambientales”, en lo que significó, quizá, el parteaguas occidental de lo que hoy conocemos como “movimiento ambientalista”. Esto ocurrió a principios de los años 70 del siglo XX. 

Con objeto de estudiar e informar al respecto, La ONU creó el Día Mundial de la Tierra, el siguiente 22 de abril del 2024, lo celebraremos, tras más de una docena de encuentros, son desiguales los resultados, pero la consciencia se ha fomentado entre las grandes masas de consumidores de noticias. Consecuencia de estos encuentros, conferencias, paneles y testimonios promovidos desde la ONU, los gobiernos de muchos países han firmado compromisos diversos para reducir su emisión de gases de efecto invernadero (señaladamente el CO2). 

El más famoso es el llamado Protocolo de Kioto (1997, que funciona dentro de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP), el cual compromete a los países signatarios a que su industria alcance ambiciosas metas de reducción de gases de efecto invernadero y de mitigación de daños. 

Dado el relativo fracaso de este Protocolo (pues el segundo país más contaminante del mundo, Estados Unidos, se retractó en lo fundamental), se ha intentado fijar otras metas con objeto de impedir que la temperatura suba 2 °C en promedio durante este siglo. Tal es el Acuerdo de París (2015), que reúne la firma de 193 países y la Unión Europea , y que establece, además, que los firmantes deben reunirse cada cinco años para revisar sus progresos al respecto. 

Está también el Pacto de Glasgow (2021), el cual establece, por primera vez de manera totalmente explícita, la urgencia de reducir en un 45% la quema y explotación del carbón, el combustible fósil responsable de la mayor cantidad de generación de gases de efecto invernadero , seguido por la industria ganadera. 

Innumerables voces se han alzado exigiendo un cambio en el estilo de vida de los países más desarrollados. 

¿Por qué? Porque si seguimos manteniendo o incrementado nuestro ritmo de consumo, la temperatura promedio de la Tierra se elevará más y más, y bastan 2° C respecto al promedio del siglo pasado, para que comience a ocurrir una serie de cambios físicos y químicos que conducirán a un cataclismo: desertificación y sequía en algunos lugares, aumento de los niveles de los mares por el derretimiento del hielo de los polos (en especial, el Sur) y la consecuente tragedia para ciudades costeras y sus economías; acidificación del agua (que, año con año, absorbe cerca de 2,000 millones de toneladas de CO2 más de lo normal); extinción de algunas especies vulnerables de flora y fauna; afectación de las cosechas y, por lo tanto, riesgo mayúsculo de hambrunas; y algo que estamos viendo con gran preocupación ya desde ahora en nuestra vida cotidiana: veranos que rompen récord de calor… año tras año, tormentas o granizadas inesperadas, huracanes más devastadores, tornados de magnitud nunca antes vista, etcétera. 

Permítanos insistir, Amigos de la Academia: Lo primero que hemos de comprender es que no es la naturaleza, sino el ser humano, quien está provocando (al menos en un 95% ) el calentamiento global en este periodo geológico del planeta. 

Y justo por ello, nosotros podemos colaborar en la solución del problema. Por supuesto, una industria o una política  energética tienen más responsabilidad que un individuo, pero eso no puede desalentarnos; al contrario: es preciso hacer todo lo que sí está en nuestras manos para plantarnos ante el gran reto de nuestro tiempo. Y, si somos muchos, si somos millones, nos haremos sentir. 

La población sigue creciendo a pasos de gigante (el año pasado, la humanidad llegó a los 8,000 millones de habitantes y, este año, la India superó a China como el país más poblado), pero la conciencia planetaria también cunde y se contagia. Es por eso que nuestras acciones podrían, dicho sin exageración, salvar al planeta. 

Se le llama “huella de carbono” a la suma de acciones que desarrollamos en nuestra vida cotidiana y que generan gases de efecto invernadero, y en especial CO2, el más importante de estos gases que están causando el cambio climático. Se diferencia de la “huella ecológica” porque esta segunda se refiere a nuestro consumo de “recursos naturales”, sin importar la cantidad de gases de efecto invernadero que involucre su producción. 

¿Es posible medir nuestra huella de carbono? Existe, en internet, un buen número de calculadoras para tal fin, pero, ante todo, es importante saber que esto se refiere a acciones cuya realización está en nuestras manos. En pocas palabras: de nuestra voluntad depende contaminar menos. 

Piense, amable lector, en las veces que sube usted a un avión, o que compra una mantequilla neozelandesa y no la de una granja cercana, la cantidad de días que come carne a la semana, el uso que le da a su automóvil de gasolina y al transporte público que quizá sea eléctrico. 

Piense si conviene tener todas las luces de casa encendidas por la noche, si vale la pena tener el aire acondicionado encendido mucho tiempo, si es necesario bañarse con agua caliente tantos minutos y no echarse una ducha rápida. Piense en la cantidad de productos procesados que llegan a su vida y cómo es que ese plástico estuvo en sus manos unos segundos pero que depredó horas y horas de combustión y procesos contaminantes.

Piense en las latas, en la resina PET con que envasan su refresco favorito… y en la cantidad brutal de litros de agua que requiere un solo litro de esa bebida que tanto le gusta a usted. Piense en el verano de 2023, récord de calor mundial desde que se llevan las mediciones. 

Piense si su vida es grata o no para el planeta que lo está manteniendo con sus frágiles equilibrios químicos, físicos, biológicos… ¿Es usted leve o pesado? Sit tibi terra levis, se dice en latín a la deseable levedad de la tierra sobre los muertos enterrados. ¿Se anima a averiguar si Madre Natura lo quiere o apenas lo tolera? 

 

Aquí hay una de esas calculadoras que le dirá cuánto pesa su huella de carbono. Calculadora de carbono – https://climatehero.me/es/

 

Fuente:
https://www.aesculapseguridaddelpaciente.org.mx/docs/revista/2023/Septiembre.pdf

 

Si este artículo te gustó, y te gustaría ver más contenido como este cada semana, te invitamos a seguirnos en redes y visitar nuestro blog:
https://arkanum.com.mx/blog/